jueves, 30 de junio de 2016
miércoles, 29 de junio de 2016
martes, 28 de junio de 2016
LA HISTORIA DE MONTEVIDEO
La historia de
Montevideo
Montevideo comenzó su proceso de
fundación en 1723. El Gobernador del Río de
la Plata, Bruno Mauricio de Zabala, fue
enviado por la corona española para fundar esta ciudad portuaria y expulsar a
los portugueses, que habían construido el Fuerte de Montevideu sobre la Bahía.
Así, las
primeras familias que poblaron “San Felipe y Santiago de
Montevideo” fueron de origen español, provenientes del gran centro colonial
rioplatense: Buenos Aires. Por su condición como el principal puerto del Río de
la Plata, Montevideo tuvo no pocas pugnas con la ciudad vecina, capital del
Virreinato.
EL ELEFANTE ENCADENADO
Hace algunos años descubrí que por suerte para
mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta : EL
ELEFANTE DEL CIRCO NO ESCAPA PORQUE HA ESTADO ATADO A UNA ESTACA PARECIDA DESDE
QUE ERA MUY, MUY PEQUEÑO.
Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca.
Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar y también al otro y al que le seguía....Hasta
que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree - pobre - que NO PUEDE.
Èl tiene el registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás...jamás....intentó poner a prueba su fuerza otra vez.
Vivimos creyendo que un montón de cosas "no podemos" simplemente porque alguna vez, antes, cuando éramos chiquitos, alguna vez probamos y no pudimos. Hicimos entonces, lo del elefante : grabamos en nuestro recuerdo: NO PUEDO....NO PUEDO Y NUNCA PODRE. Hemos crecido portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar.
Cuando mucho, de vez en cuando sentimos los grilletes, hacemos sonar las cadenas o miramos de reojo la estaca y confirmamos el estigma : " NO PUEDO Y NUNCA PODRE ".
Tu única manera de saber, es intentar de nuevo
poniendo en el intento todo tu corazón.....TODO TU CORAZON".
Jorge Bucay (Recuentos para Demián)martes, 21 de junio de 2016
LOS DERECHOS DE LOS DEMÁS
En equipo, lean lo siguiente y comenten las preguntas que se presentan
a continuación.
Ernesto usa muletas y tiene dificultad para desplazarse
cuando va por la banquina de su calle; ni su mamá ni él
pueden andar por ella, ya que los coches de sus vecinos
se estacionan sobre la acera. Ernesto admira a sus
padres, ya que ha visto su esfuerzo por dialogar con los
vecinos para que se estacionen correctamente.
En la escuela, Ernesto debe subir varios escalones y
requiere la ayuda de sus compañeros para llegar al salón
de clase. Ernesto pensó: “Espero que mi papá y otros
padres convenzan a la directora y a los demás padres de
familia de organizar una feria para obtener
dinero y construir una rampa, para que mi amigo
Juanito, que se traslada en silla de ruedas, Daniela, que
es ciega, y yo podamos ingresar con seguridad a la
escuela”
. 1-¿Qué harían en el lugar de Ernesto? 2-¿Qué propondrían para resolver la situación de Ernesto en la calle y en la escuela?
. 1-¿Qué harían en el lugar de Ernesto? 2-¿Qué propondrían para resolver la situación de Ernesto en la calle y en la escuela?
lunes, 20 de junio de 2016
sábado, 18 de junio de 2016
VIDA DE JOSÉ GERVASIO ARTIGAS

José Gervasio Artigas nació en Montevideo el 19 de junio de 1764.
Sus padres fueron Don Martín José Artigas y Doña Francisca Antonia Arnal. Su abuelo paterno, Juan Antonio, figuró entre los primeros pobladores de Montevideo. Después de estudiar en el colegio franciscano de San Bernardino, se dedicó a las tareas rurales en las estancias de su padre.
En este período tuvo contacto con indios, paisanos, gauchos y otros pobladores de la campaña a la vez que adquirió conocimientos sobre gran parte de la geografía de la Banda Oriental.
En 1797 ingresó como soldado de caballería en el regimiento de Blandengues, creado para combatir el robo de ganado y el contrabando en la Banda Oriental y proteger la frontera con el Brasil. En 1805, debió retirarse del ejército con el grado de oficial por razones de salud y se casó con su prima Rosalía Rafaela Villagrán.
En febrero de 1811, se incorporó al movimiento revolucionario poniéndose a disposición de la junta de Buenos Aires. El 18 de mayo derrota al ejército español.
La ocupación portuguesa de la Provincia Oriental iniciada en 1816, provocó que Artigas se viera obligado a refugiarse en Paraguay en 1820. Derrotado militarmente, pero no en cuanto a sus ideas y su ejemplo de vida. Murió en las proximidades de Asunción el 23 de setiembre de 1850.

viernes, 10 de junio de 2016
martes, 7 de junio de 2016
sábado, 4 de junio de 2016
EL PEZ ARCOIRIS
En alta mar, en un lugar muy muy lejano, vivía un pez.
Pero no se trataba de un pez cualquiera.
Era el pez más hermosos de todo el océano.
Su brillante traje de escamas tenía todos los colores del arco iris.
Los demás peces admiraban sus preciosas escamas y le llamaban “el pez Arcoiris”.
¡Ven, pez Arcoiris! ¡Ven a jugar con nosotros! –le decían. Pero el pez Arcoiris ni siquiera les contestaba, y pasaba de largo con sus escamas relucientes.
¡Ven, pez Arcoiris! ¡Ven a jugar con nosotros! –le decían. Pero el pez Arcoiris ni siquiera les contestaba, y pasaba de largo con sus escamas relucientes.
Pero un día, un pececito azul quiso hablar con él.
¡Pez Arcoiris, pez Arcoiris! –le llamó- Por favor, ¿me regalas una de tus brillantes escamas? Son preciosas, ¡y como tienes tantas . . . ¡
¡Pez Arcoiris, pez Arcoiris! –le llamó- Por favor, ¿me regalas una de tus brillantes escamas? Son preciosas, ¡y como tienes tantas . . . ¡
¿Qué te regale una de mis escamas? ¡Pero tú qué te has creído! –gritó enfadado el pez Arcoiris- ¡Venga, fuera de aquí!
El pececito azul se alejó muy asustado.
Cuando se encontró con sus amigos, les dijo lo que le había contestado
el pez Arcoiris.
A partir de aquel día nadie quiso volver a hacerle caso, y ya ni le
miraban; cuando se acercaba a ellos, todos le daban la espalda.
¿De qué le servían ahora al pez Arcoiris sus brillantes escamas, si nadie le miraba?
Ahora era el pez más solitario de todo el océano.
Un día, Aroiris le preguntó a la estrella de mar:
¡Con lo guapo que soy . . .! ¿por qué no le gusto a nadie?
No lo sé –le contestó la estrella de mar-. Pregúntale al pulpo Octopus, que vive en la cueva que hay detrás del banco de coral. A lo mejor él tiene la respuesta.
¡Con lo guapo que soy . . .! ¿por qué no le gusto a nadie?
No lo sé –le contestó la estrella de mar-. Pregúntale al pulpo Octopus, que vive en la cueva que hay detrás del banco de coral. A lo mejor él tiene la respuesta.
El pez Arcoiris encontró la cueva. Era tan oscura que
casi no se veía nada. Pero, de pronto, en medio de la oscuridad, se
encontró con dos ojos brillantes que lo miraban.
Te estaba esperando –le dijo Octopus con una voz muy
profunda-. Las olas me han contado tu historia. Escucha mi consejo:
regala a cada pez una de tus brillantes escamas. Entonces, aunque ya no
seas el pez más hermosos del océano, volverás a estar muy contento.
Pero . . .
Cuando el pez Arcoiris quiso contestarle, Octopus ya había desaparecido.
“¿Qué regale mis escamas? ¿Mis preciosas escamas brillantes? –pensó el pez Arcoiris, horrorizado. ¡De ninguna manera! ¡No! ¿Cómo podría ser feliz sin ellas?”
“¿Qué regale mis escamas? ¿Mis preciosas escamas brillantes? –pensó el pez Arcoiris, horrorizado. ¡De ninguna manera! ¡No! ¿Cómo podría ser feliz sin ellas?”
De pronto, sintió que alguien le rozaba suavemente con una aleta. ¡Era otra vez el pececito azul!
Pez Arcoiris, por favor, ¡no seas malo! Dame una de tus escamas brillantes, ¡aunque sea una muy, muy pequeñita! El pez Arcoiris dudó por un momento. “Si le doy una escama brillante muy pequeñita –pensó-, seguro que no la echaré de menos.”
Pez Arcoiris, por favor, ¡no seas malo! Dame una de tus escamas brillantes, ¡aunque sea una muy, muy pequeñita! El pez Arcoiris dudó por un momento. “Si le doy una escama brillante muy pequeñita –pensó-, seguro que no la echaré de menos.”
Con mucho cuidado, para no hacerse daño, el pez Arcoiris arrancó de su traje la escama brillante más pequeña de todas.
¡Toma, te la regalo! ¡Pero ya no me pidas más! ¿eh?
¡Muchísimas gracias! –contestó el pececito azul, loco de alegría-. ¡Qué bueno eres, pez Arcoiris! El pez Arcoiris se sentía muy raro. Siguió con la mirada al pececito azul durante un buen rato, viendo cómo se alejaba, haciendo zig-zags, y deslizándose como un rayo en el agua con su escama brillante.
¡Toma, te la regalo! ¡Pero ya no me pidas más! ¿eh?
¡Muchísimas gracias! –contestó el pececito azul, loco de alegría-. ¡Qué bueno eres, pez Arcoiris! El pez Arcoiris se sentía muy raro. Siguió con la mirada al pececito azul durante un buen rato, viendo cómo se alejaba, haciendo zig-zags, y deslizándose como un rayo en el agua con su escama brillante.
Al cabo de un rato, el pez Arcoiris se vio rodeado de
muchos otros peces que también querían que les regalase una escama
brillante.
Y, ¡quién lo iba a decir! Arcoiris repartió sus escamas entre todos los
peces. Cada vez estaba más contento. ¡Cuánto más brillaba el agua a su
alrededor, más feliz se sentía entre los demás peces!
Al final, sólo se quedó con una escama brillante para él.
¡había regalado todas las demás! ¡Y era feliz! ¡tan feliz como jamás lo había sido!
¡Ven pez Arcoiris, ven a jugar con nosotros! –le dijeron todos los peces.
¡Ahora mismo voy! –les contó el pez. Artcoiris, y se fue contentísimo a jugar con sus nuevos amigos.
¡Ven pez Arcoiris, ven a jugar con nosotros! –le dijeron todos los peces.
¡Ahora mismo voy! –les contó el pez. Artcoiris, y se fue contentísimo a jugar con sus nuevos amigos.
Marcus Pfister. El pez arcoiris y la cueva de los monstruos. Barcelona: Beascoa.
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